He colaborado con el blog de Crea Cultura, movimiento de Atresmedia para potenciar la creación y los derechos de autor. Y lo he hecho con una reflexión sobre el valor de la creación desde mi experiencia como autor de un libro. Este es mi post, de título muy cañero: Paso de pagar tu libro: dedícate a dar conciertos
En él explico lo que supone, según mi subjetividad, comprometerse a escribir un libro; y lo he contrapuesto con cómo algunos no empatizan con toda la gente que crea contenidos para que otros los consuman. Te dejo un extracto y te invito a ir al post original para leerlo completo:
Tú serás quien se sienta culpable los ratos en que no tuviste inspiración o tiempo, quien se sienta fatal por haber faltado al compromiso de plazo para pasarle el manuscrito al editor. Miserable tú, porque no estuviste con quienes te necesitaban en los días en que se separaban de su mujer, o con quien te pidió que fueras al fútbol o al cine y se quedó sin plan por tu ‘manía de escribir’.
¿Te parece bien? Y a cambio, yo me bajaré tu libro gratis cuando lo termines, porque la cultura debe ser gratis. Podemos discutir de modelos de negocio innovadores (24symbols…), cultura gratis porque al autor le interesa regalar su trabajo a cambio de ganar visibilidad o de otras cosas, porque alguien patrocina a ese autor para que escriba ese libro… De verdad: bienvenida la audacia y toda la innovación que mejore la cultura; pero imposición, jamás. El tiempo no es gratis: es lo más valioso que tenemos todos.
Creo que es un error plantear la cuestión en términos morales. Los sistemas de derechos y obligaciones que hay en cada sociedad y en cada momento responden en gran medida a las posibilidades tecnológicas y económicas de cada momento. Es absurdo intentar establecer una obligación cuando va a ser inviable, tecnológica o económicamente, garantizar que la gente cumple con ella. Los derechos de autor, tal como existen hoy en día, son un sistema jurídico que no viene justificado por los “derechos naturales”, sino más bien porque la tecnología de producción y distribución de libros y películas ha hecho que a la sociedad le saliera rentable ese modo de financiarlas, pero evidentemente no se ha aplicado a otras áreas de la “creación cultural” en donde la tecnología hacía que otras formas de financiación fueran más razonables: p.ej., a nadie se le obliga a pagar por escuchar un programa de radio, o un programa de televisión (al menos hasta que la tecnología permitió desarrollar los sistemas codificados), o por admirar los edificios desde fuera o las estatuas colocadas en la calle. Que uno no tenga que pagar cada vez que disfruta de esas cosas no ha impedido que hubiera en abundancia programas de radio o maravillosas obras de arte que disfrutar desde la calle, ni nos hace sufrir a quienes lo disfrutamos por sentirnos como unos ladrones. En resumen: son los medios y posibilidades tecnológicas las que determinan qué sistemas de normas serán más eficientes, y en definitiva, a cuáles terminaremos acostumbrándonos, y no al revés. Si la tecnología hace que disfrutar de un libro implique un proceso técnico más parecido a disfrutar de un programa de radio que a disfrutar de un cuadro original colgado en el salón de tu casa, pues es más lógico que la forma de financiar la creación de literatura se vaya acercando más a la forma de financiar la radio que a la de financiar la pintura. Y nos iremos acostumbrando a ello, se pongan como se pongan los lobbies de turno.
Estoy de acuerdo contigo, Jesús. Pero en el artículo no hablo de lobbies sino de un pequeño autor, como es mi caso. Y como ves, acepto muchas formas de remuneración: hasta que te hagas suscriptor de este blog y a cambio te regalo el contenido de esas 285 páginas que escribí con esfuerzo.
Pero siempre tiene que haber una forma de ganar para el autor, aunque eso sea por medio de un patrocinador -como en la radio-, pues si no, ese autor no volverá a sacrificar su vida para producir un contenido. Sí hay una implicación moral: todos tenemos una responsabilidad en lo que hacemos, y ahí es donde quizá puede que difiera contigo. Si sabes que alguien ha hecho un contenido por el que no cobra -ejemplo, este blog- haces bien en consumirlo sin pagar (a cambio, tu atención como lector le dará beneficios, en la forma que sea, al autor); pero si el autor decide cobrar por ese contenido, el lector que se salta ese pago sí tiene una responsabilidad moral. O al menos, así lo veo yo…