No sé si conoces a Nicolás Alcalá, pero es un cineasta que ha hecho historia. Con una edad insultante, él y su equipo se convirtieron en pioneros al conseguir que 5.000 personas financiásemos su primera película: El Cosmonauta. Con crowdfunding llegaron más alto de lo que nadie lo hizo, y con sólo 21 años entonces. El modelo fue un ejemplazo de comunicación, de recaudación y de búsqueda de nuevos caminos para sacar adelante un trabajo artístico.
Presentado Nicolás, os cuento por qué hablamos hoy de él: la Fundación Príncipe de Asturias le encargó un vídeo institucional. Y claro, él no iba a hacer un encargo así de aburrido sin sacar los pies del tiesto. ¿El resultado? Tres minutos de vídeo no-institucional que no te dejarán indiferente:
Enhorabuena a Nicolás por esa obra de arte y a la Fundación Príncipe de Asturias por demostrar que ser una institución antigua no está reñido con innovar. Ojalá su transgresión contagie a otras instituciones de rancio abolengo que creen que ser serios es parte de su obligación. No, hoy hay que llegar al corazón de la gente. Y para eso, nada mejor que ponerles el dedo en el corazón.
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¡Qué bueno!