Sí, hacía meses que no escribía en el blog. Y he estado también a dieta de redes sociales. Llevo un año y pico abducido por un proyectazo del que pronto sabrás ;). Hoy me asomo porque quiero recomendarte que leas el libro El Director, de David Jiménez, una historia apasionante que me he devorado en dos sentadas. Es un relato deslenguado de quien durante un año dirigió el periódico El Mundo y ahora cuenta los secretos y las miserias del periodismo español a través de su visión. Lo más polémico del libro de David Jiménez es a la vez lo más valioso para el lector: está escrito por alguien que sabe que, tras su confesión, solo deja detrás tierra quemada que nunca podrá volver a pisar.
El Director: secretos e intrigas de la prensa narrados por el exdirector de El Mundo
El autor del libro El Director, David Jiménez, fue el corresponsal de El Mundo durante muchos años, hasta que un día recibió la llamada: le ofrecían convertirse en el segundo intento de encajar un buen director en el diario El Mundo, que no levantaba el vuelo desde que echaron a Pedro J. Ramírez.
Si eres periodista, el libro te encantará. Y si no lo eres, es posible que además te abra los ojos como platos con cosas que en periodismo y comunicación conocemos hace siglos pero que quizá nadie antes había contado. ¿Por ejemplo? Jiménez habla sobre los famosos Acuerdos, esos que desde hace años -yo los he conocido desde 2009- unen de forma críptica a grandes empresas y medios. Aumentaron además a raíz de la crisis.
¿Qué son los acuerdos de los medios con las empresas?
¿En qué consisten? En que la gran empresa paga, pongamos, 2 millones de euros al año, y el medio a cambio le ofrece un trato favorable y no hacerle daño con ninguna noticia muy negativa. Así, en abstracto y en secreto. O sea, son acuerdos que se suman (o no) a los de te doy tanto dinero al año por poner anuncios en tu periódico. Y Los Acuerdos son, como adivinas, un pacto por debajo de la mesa que incluye un engaño manifiesto a los lectores que esperen de ese diario un análisis solo basado en la transparencia y no en sus propios intereses firmados. Y no son exclusivos de los viejos medios, también de los diarios nativos digitales.
Eso sí: lo que no cuenta Jiménez son los acuerdos desde la perspectiva del medio. Solo explica que las empresas los usan para doblegar el periodismo independiente, pero se olvida de las llamadas en sentido inverso, que amigos en grandes empresas también me cuentan. ¿Por ejemplo? Cuando un diario tiene munición periodística contra una gran compañía y, antes de publicarla, llama para negociar un acuerdo anual y propiciar así ellos el trato. Sí, suena a eso que estás pensando…
La lectura de este libro también da buenas pistas de por qué los diarios han ido perdiendo credibilidad a chorros y por qué los lectores dejaron de sentir que merecía la pena pagar por ellos en papel o en suscripciones web.
El libro El Director se ceba con los motes o apodos: El Cardenal, El Señorito, Los Inspirados…
Lo mejor del libro es que sientes que vives en primera persona -David es un gran reportero- cosas que sucedieron, llamadas entre el director y ministros, Rajoy o el propio rey Felipe, y noticias que conociste solo como lector. Y lo peor, para mi gusto, son los motes o apodos: el autor nombre por su nombre real solo a las personas a las que aprecia, y llama con pseudónimos faltones a quienes desprecia (La Digna, El Secretario, El Señorito, Los Inspirados…), un gesto nada elegante que ridiculiza a sus compañeros.
Tampoco me gusta del libro que el autor sale muy guapo, el que más, y casi parece que hubiera venido a salvar el mundo. Queda feo que resuma el año que vivió peligrosamente al frente del diario como lo intenté, yo que lo sé hacer genial, pero los compañeros y los de arriba no me dejaron.
Entre los de arriba, a quien este libro hace pupa, a lo grande, es al presidente, Antonio Fernández Galiano -El Cardenal, para Jiménez-, a quien le hace un traje y quien encarna en todo el libro el papel de El Mal. Eso sí: empatizo con casi todo lo que cuenta el autor sobre cómo funcionan los resortes del poder en España. Desde mi humilde visión, comprobé en carne propia que cuando alguien te da un golpe, hay muchas veces favores entre poderosos. La querella que a mí me cayó tenía una firma pero siempre supe de personas y empresas concretas -que elegí nunca desvelar- que pidieron en su momento que fueran otros los que se expusieran. El capitalismo de amiguetes que David Jiménez destripa funciona en España tal como él lo cuenta, doy fe.