Las noticias falsas (o fake news) en internet son el nuevo hombre del saco. El runrún empezó con Trump y su trumposa vaya chistazo manera de torcer la opinión pública a su favor, y ha cobrado ahora de nuevo más fuerza con Rusia, las elecciones autonómicas de Cataluña y el torpe (por no pensar algo peor) anuncio del gobierno central de intervenir en la libertad de información para cuidarnos de los malos (me sumo por completo al manifiesto de la PDLI).
Sí, debemos preocuparnos pero no está todo perdido. Ni mucho menos. El tema es complejo y sospecho que lo iré abordando desde distintas ópticas en próximos artículos. En algunos seré pesimista -porque la realidad lo confirma- y en otros, optimista desde el realismo de que hay cosas que la mentira no podrá derribar. Como la inteligencia colectiva, que es y será mucho más poderosa en algunos terrenos. Hoy me centraré en uno que lleva años siendo objeto de polémicas, más por desconocimiento de quienes la cuestionan que porque tenga sentido: Wikipedia.
Wikipedia es un entorno limpio y colaborativo, en el que no cabe la mentira ni las acciones desde la mala fe, en contra de esa leyenda urbana que aún sigo escuchando y rebatiendo gracias a que conozco Wikipedia porque soy parte de ella, como miles de colaboradores. La enciclopedia colaborativa es un milagro de la sociedad conectada, algo que funciona de forma espectacular, contra lo que parece decirnos la intuición. Como conté, ‘trolear’ la Wikipedia es como un grafiti en un edificio público: dura lo que tardan en borrarlo.
¿Recuerdas cuando el 10 de agosto de 2015, a Fran Rivera le cogió un toro de forma grave? Varios gamberros -en este caso, antitaurinos- se apresuraron a dar por muerto al torero en su perfil de Wikipedia ‘troleando’ (palabra que se usa en la Red para quien hace gamberradas) su entrada: “Francisco de Asís Rivera Ordóñez, exduque de Montoro (Madrid, 3 de enero de 1974 a 2015), fue un torero español”.
Como la cogida de Rivera era la noticia del día, no sé por qué me metí en Google y, buscando el nombre del torero, abrí su página de Wikipedia. Casualidad pura: fui de los primeros en ver que lo habían ‘matado’ virtualmente. Y como soy editor esporádico, hice lo normal en estos casos: revertí el cambio del gracioso fúnebre y volví poner la información correcta sobre el matador en su sitio. Los trols siguieron toda esa mañana intentando pintarrajear bigotes en el perfil de Paquirri, y varios editores estuvimos impidiéndolo y denunciando a los pintamonas dentro del sistema.
En el historial, que es la trastienda de un artículo, se veían aquel día decenas de ediciones gamberras y de rectificaciones en una inusual pelea mañanera. La mayoría de los gamberros no estaban logueados y se identificaban solo por los números de su dirección IP, (la matrícula de un ordenador conectado) mientras que los editores solemos aparecer con nuestros nombres de usuario. ¿Resultado de la ‘wikipelea’? El único posible: los macarras, expulsados, y la información real, en pie.
Como el pataleo de los malos grafiteros siguió, los editores con mayores atribuciones blindaron el artículo para que durante un tiempo no se pudiera alterar sin pasar por algunos filtros adicionales de seguridad. Es lo que se hace con los artículos que son especial objeto de polémica (perfiles de políticos en ebullición, de sucesos candentes, etc.).
Wikipedia, sin ánimo de lucro, es un milagro del conocimiento, con 47 millones de artículos en 288 idiomas, que crecen en unos 20.000 nuevos cada mes; y además, está viva y repleta de enlaces que nos enriquecen aún más a todos. La mayor enciclopedia del mundo está llena de aportaciones de decenas de miles de personas que disfrutamos donando dinero y colaborando con información. Entre los 120.000 editores activos en el mundo, yo debo de estar en el top de los más flojos: he creado dos o tres artículos y solo he aportado información en otros siete u ocho, de personajes o de temas que conozco bien (no es el caso de Rivera).
¿Por qué aportas contenido o corriges errores? Según una encuesta que hizo la propia Wikipedia a sus editores, el 71% colaboran porque “me gusta la idea de ser voluntario en compartir conocimiento”, y en un 67%, simplemente “porque es divertido”. Y así lo siento yo también: da mucho placer compartir algo que sabes y ver que ese conocimiento pasa a ser de todos. La enciclopedia en línea es el vivo ejemplo de qué es hoy internet: un lugar influyente en el que todo el mundo quiere contar su versión y en el que la comunidad consigue que la verdad se acabe abriendo paso aunque la mentira triunfe unas horas. Salvando las distancias, el mismo sistema meritocrático es el que rige la comunidad de Menéame, otra web con un maravilloso funcionamiento colaborativo y en la que hace 10 años que soy un modesto pero entregado usuario y fan (con sus pegas, que también las tiene).
En septiembre de 2015, Wikipedia expulsó a casi 400 editores de la edición británica por fraude: descubrió que cobraban dinero de terceros por hacer mejoras en sus artículos. ¿Quién les pagaba? Empresas de esas del Pleistoceno que se dejan convencer por profesionales sin escrúpulos, de los del “si me pagas equis, te hago el rey de Wikipedia“. Torpes que contratan a mercenarios del falso saber. ¿Ganaron dinero esos mercenarios? Sí, pero hicieron un flaco servicio a sus pagadores, que tendrán el estigma de haber mentido al mundo.
Wikitribune, la Wikipedia de las noticias. Hace poco el creador de Wikipedia lanzó su nuevo proyecto, Wikitribune, una web de noticias en la cual periodistas profesionales investigan e informan acerca de noticias, y los voluntarios supervisan los artículos mediante comprobación de pruebas y añadiendo fuentes, como explican en Wikipedia o en esta entrevista con su cofundadora, Orit Kopel (el otro es Jimmy Wales, inventor de Wikipedia). Así presenta Kopel Wikitribune:
"Aunque no se puede ser 100% neutral, los medios tradicionales tienen como mucho un par de editores, por lo que cada noticia pasa por pocas personas antes de publicarse. Nosotros, con suerte, tendremos decenas o cientos de ojos intentando identificar si una noticia es tendenciosa".
Wikitribune tiene periodistas profesionales contratados, son quienes hacen el mayor trabajo y dan el impulso inicial a las informaciones. Pero contará con un ejército de personas que haremos que la verdad emerja en casos controvertidos, igual que se impone siempre en Wikipedia cuando alguien pretende torcer la verdad a su antojo. No será fácil, como dice Jimmy Wales:
"El día que abrí la Wikipedia al público no era el lanzamiento de una enciclopedia, era el lanzamiento de un proyecto para crear una enciclopedia. Y esto ¿qué es? Este es el lanzamiento de un proyecto para crear un servicio de noticias".
Prometedor… La pelea seguirá. El terreno de la actualidad es muy pantanoso y la batalla se libra con muchos intereses contrapuestos. Pero la Red ha llegado a ser lo que es porque en su adn está esa transparencia que tú y yo queremos. Google, Facebook o Twitter, por citar tres poderosísimos actores en este terreno de las fake news, no van a consentir que el mar de internet se convierta en una ciénaga. Aunque a Facebook le pueda haber beneficiado económicamente en el corto plazo, en el largo no puede permitírselo. Si perdiésemos la batalla, ninguna de esas tres empresas sobreviviría.
Los malos seguirán a lo suyo pero los buenos somos más y hay cada vez más medios apoyados por sus lectores, que hacen que dependan menos de anunciantes y poderes públicos o, como Wikitribune, que ni siquiera tienen la publicidad en su modelo de ingresos. Desde que el mundo es mundo, los tramposos intentan engañar al resto para parecer más altos y más guapos. Pero la mentira en la Red tiene las patas aún más cortas. “Se puede engañar a todo el mundo alguna vez y a alguna persona todo el tiempo, pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo” (Abraham Lincoln).