La muerte de Carme Chacón ha despertado elogios sobre ella en todos los políticos del arco parlamentario, cosa que está muy bien. Lo que pasa es que, por inusual, las alabanzas sinceras sobre Chacón subrayan una falta de sinceridad que es escandalosamente común en otras situaciones. Tienes mi reflexión en el vídeo corto que encabeza este post ;). Por cierto, a Carme Chacón la saludé 10 minutos el día que hizo como Ministra de Defensa un valiente e histórico homenaje a mi padre y sus compañeros de la UMD. Y me he vuelto a acordar de ello con este precioso artículo que ayer nos regaló Gaspar Llamazares.
Hola de nuevo, Pablo… Sé que acabo de dejar un comentario en otro post tuyo, pero se puede decir que estoy «Descubriendo a Pablo» (que no «desmontando», tú sabes…). Así que, aprovecho el viento a favor y me lanzo a contrariarte de nuevo. LLevas toda la razón en lo que dices. Déjame repetirlo. To-da-la-ra-zón. Salvo en una o dos cosas. Presupones que «… todos los ciudadanos sabemos muy bien lo que está pasando», que «… ahora tenemos la misma capacidad de acceder a la información que la élite», que «… el ciudadano no es idiota y no se chupa el dedo» y que «… el ciudadano sabe cuando un político es corrupto». ¡No, Pablo, por favor! No presupongas. Es lo que ellos hacen,… y se equivocan. Los Don Nadies chequeamos a otros Don Nadies, y te aseguro que no es así. Podría alargarme en mi parrafada «hasta el infinito, y más allá», pero esto es un simple comentario de blog. Basta apuntar, no hace falta que dispare. ¡Ojalá cuánto dices en tu sabia reflexión lo llevaran a la práctica aquellos a quién va dirigida!
Te lo vuelvo a repetir, los de tu «calaña» no cuentan. Saludos. Sigue así.