El Bulli es un espectáculo del que, por cierto, sales cenado. Sí, el otro día estuve allí (te jodes). El mejor restaurante del mundo es una experiencia que merece la pena disfrutar alguna vez en la vida, si tienes oportunidad. Incluso pasando frío, como fue mi caso. ¿Cómo se te abren sus puertas? Lo explicaré más abajo. Casi 3 millones de personas lo intentan cada año, y sólo 8.000 consiguen plaza. Ferrán Adriá dice de ellos que un 50% es gente pudiente y el resto, gente que lleva tiempo ahorrando para disfrutar de esa inolvidable excursión gastronómica. Yo entro en ese grupo, claro, y aunque suene obsceno en estos tiempos, los 230€ del menú degustación me parecieron baratos para lo que vives (siempre que la comida sea para ti uno de esos vicios que dan sentido a la vida).
Se han hecho libros y películas sobre el más admirado templo gastronómico del mundo, así que yo me detendré sólo en cómo vivimos nosotros esta singular cena con más de 40 platos. El Bulli está en Cala Montjoi, un lugar paradisíaco y de difícil acceso muy cerca de Rosas (Gerona). Nos citaron a las 20h, y pasamos primero a visitar la cocina:
Aunque no se vea mucho desorden, la foto la hice a las 20h, después de que 40 cocineros pasaran el día preparando aquí un gigantesco y elaboradísimo menú que 50 afortunados disfrutamos esa noche. A estos artistas se suman las 35 personas de sala que completan el equipo de El Bulli, compuesto por unas 75 personas cuyo objetivo es que pases una noche inolvidable. Por cierto, casi la mitad, becarios (stagers dicen ellos, que queda más cool).
Este es el menú que tomamos, y del que os pongo fotos en orden cronológico:
Nos sentamos sobre las 8,30pm y cuando miré el reloj al terminar de cenar eran la 1am, y no daba crédito. Parecía que sólo hubieran sido dos horas. ¿La cena? La pasamos como si fuera un Madrid-Barça en el que se meten 2 goles por minuto (póngase aquí, si se prefiere, algún ejemplo análogo relacionado con el sexo). Cada 4/5 minutos traían un plato nuevo que nos explicaban y nos enseñaban a comer (algunos son tan raros que tienen que advertirte de que no te comas el papel, o te piden en cambio que te comas la flor, porque nunca sabes qué se come y qué no). En la comida de El Bulli casi nada es lo que parece, y todo te hace sonreír y te sorprende (alguno de los cuarenta y pico números del espectáculo me gustó menos, pero todos son curiosísimos).
La secuencia de platos está pensadísima y no llena nada, salvo la inmensa caja de chocolates del café. Hasta los postres, te llevan por un recorrido del que sales placenteramente lleno pero no saturado. Es tan alucinante todo lo que ves, hueles, tocas, tomas y sientes, que pasas las 5 horas de cena sin otro tema de conversación que la propia cena. Todos comentando si tal sabor te lleva a la infancia, si nosequé te ha olido a algo de otra época o si te has sentido raro comiendo pétalos de rosa…
Ferrán Adriá dice que “esas marcianadas pegaría comerlas en un platillo volante” y que, precisamente por eso, quisieron contrastar unos alimentos tan vanguardistas con un local cálido, casero y kitsch, en el que te atienden camareros cercanísimos que te tratan siempre de tú y te hacen sentirte como en casa.
Como en casa estaban también Pedro J. Ramírez y Ágatha Ruiz de la Prada, que cenaban esa misma noche a un par de mesas de nosotros, con sus hijos, Cósima y Tristán. Yo tenía a Tristán y a su madre enfrente, y era muy gracioso cuando sus figuras se alineaban ante mí, porque el vistoso lazo azul que llevaba Ágatha en la cabeza se superponía con la cabeza de su hijo y parecía que Tristán llevaba orejas azules…
El frío, un punto negro que nos aguó una noche inolvidable
Este es el primer año que El Bulli abre hasta finales de diciembre, pues hasta ahora sólo abrían seis meses que terminaban en octubre. Eso, unido a un par de casualidades más, hizo que pasásemos una noche heladora, fallo imperdonable en el mejor restaurante del mundo. Fue culpa de la mala suerte y un poco de todos. Del restaurante, por supuesto, y nuestra, que por educados no les hicimos ver suficientemente hasta qué punto seguíamos estando helados a pesar de sus esfuerzos.
La noche del sábado 19 de este mes de diciembre fue gélida en Rosas. En Cala Montjoi, más alto, que es donde se encuentra el restaurante, se registraron temperaturas negativas y mucho viento. Nos eligieron una de las mejores mesas del local, casi como un reservado, con las mejores vistas de la bahía y una gran cristalera. Por desgracia, nuestra zona era un saliente del edificio al que le pegaba justo de frente todo el viento helado. Como siempre han abierto en primavera y verano, las ventanas no estaban preparadas para aislar del frío exterior (no eran Climalit, claro), y por la junta de la madera, la piedra y el cristal se colaban ráfagas de aire como cuchillos…
Al principio pensamos que era sólo un poquito de frío, pero a medida que avanzó la noche, el frío fue a más y nosotros, a menos. Se lo dijimos al jefe de sala, Lluis García, y se quedó tan preocupado que volcó toda su atención y la de sus camareros en solucionar un contratiempo al que nunca se habían enfrentado (las demás mesas estaban perfectas de temperatura). Eran tan cariñosos y tan atentos, que nos salía quitarle importancia ante ellos, pensando que se iría pasando el frío con los remedios caseros que improvisaron. Primero, mantas para tapar las juntas del marco de la ventana con la pared. “Perfecto –pensamos-, ahora sí que vamos a estar a gusto”. Error: nos quedamos así media hora, hasta que vimos que el frío se seguía adueñando de la parte exterior de nuestra mesa.
Cada 5 minutos volvían a preguntarnos, y lo hacían con tanto interés que quisimos quitarle hierro, convencidos de que la cosa se templaría. Cuando al rato vimos que no, se lo dijimos y entonces se fueron corriendo a buscar una estufa. Nos la pusieron y otra vez pensamos que con eso se acababa el problema. Quisimos darle tiempo a la estufa para ver si se nos calentaba el ambiente pero cuando pasó un rato, vimos que podía más el viento que azotaba la cornisa que la estufa. ¿Resultado? De las dos personas pegadas al cristal, una cenó con un abrigo por encima de las piernas y la otra con él puesto, directamente, sobre la camisa. Yo no me quité la americana en toda la cena.
Nuestra torpeza fue que, como estaban de verdad tan preocupados y tan encima de nosotros, por educación no les llegamos a decir nunca cuánto frío de verdad estábamos pasando. También nos pesó la cena en sí, que nos tenía tan distraídos y embobados que no queríamos pararnos en el detalle del frío. El mayor fallo del restaurante fue que no tuvieron ni un detalle (se hacía obligada una invitación a copa, a la bebida o a lo que se les ocurriera…). Nos regalaron un libro maravilloso a cada uno, pero vi que era un regalo que le hacían a más gente a la salida.
El 27 de enero habrá noticia sobre el futuro de El Bulli
Ferrán Adriá, que fue informado de nuestro contratiempo, estuvo un rato sentado en la mesa de Pedro J. y luego se vino a la nuestra, en donde se disculpó por encima por lo del frío, pensando que ya nos lo habían solucionado. Lo primero que le pregunté es lo que me había pedido más de uno: ¿cuál es el truco para conseguir mesa?. Me explicó varias cosas sobre cómo convertían 3 millones de peticiones en 8.000 comensales pero, tras muchas idas por la tangente y repreguntas, llegué a la conclusión de que en El Bulli cena más o menos quienes ellos deciden, según criterios personales, profesionales, de influencias, colegas, y una serie de casuísticas que se resumen en eso: si tienes suerte y por hache o por bé, ellos te eligen, tendrás mesa.
Comentándolo a la vuelta, un amigo me dijo que él conocía otra forma: dos amigos suyos han cenado ya varias veces yendo sobre la marcha y pidiendo mesa el mismo día. Supongo que coincidió que alguna de las reservas se caería en el último momento y, como nadie improvisa para ir a El Bulli, cabe la remota posibilidad de que te toque la suerte si pasas por allí en ese momento.
Para conocer los alrededores, que son preciosos, estuvimos por la mañana dando un paseo, y vimos por los cristales de la cocina a Ferrán y a su gente ya trabajando. Por eso, cuando se sentó con nosotros a la 1,30am e imaginé el ritmo de vida que habrían llevado durante 14 horas, le pregunté si iba a aguantar mucho más tiempo así.“El día 27 de enero, en Madrid Fusión, anunciaré cuál será el futuro de El Bulli”, me respondió enigmático (y me pareció contento del secreto que guarda).
Mi sensación es que si eres el número uno en lo que sea, y llevas esa vida tan perra –creedme, Ferrán Adriá debe de currar un huevo-, lo normal es que aspires a dar algún salto que mejore tu vida. Para todos sus compañeros, él lleva muchos años siendo el mejor, por lo que lo tiene todo conseguido y me pega que esté cansado de ese ritmo y esa presión. Así que ni idea de qué noticia dará, pero igual podría anunciar que se retira del día a día de El Bulli –que debe de ser ya para él sota, caballo y rey-, y que se dedicará más a sus otras actividades profesionales (conferencias, experimentos culinarios, asesoramiento de restaurantes y hoteles, etc.). Alguien me dijo que en 2012 le vence el contrato de alquiler del local (ni idea de si es así), lo cual podría llevar a que el restaurante se refunde en otra ubicación. Especulaciones gratuitas…En un mes lo sabremos.
Me encantó conocer El Bulli y ser uno de los poquísimos afortunados que han disfrutado de ese espectáculo tan indescriptible. Pasamos frío, sí, pero ni siquiera eso empañó una noche grande de nuestras vidas. Me reí mucho más cuando fui hace años a Zalacaín (que no es mi guerra), y he comido en otros templos gastronómicos galardonados con estrella Michelín, pero me quedo con El Bulli por encima de cualquiera. Si te apetece sentir una experiencia sublime en un gran restaurante, mi mejor recomendación calidad/precio es para Las Rejas (en Las Pedroñeras, Cuenca), en donde por unos 120€ te sentirás muy cerca del cielo.
Si leíste hasta aquí y te apetece apedrearme por haber tenido la suerte de ir a El Bulli, te gustará saber que al día siguiente, en una parada del camino de vuelta, nos abrieron el coche y nos robaron todas las maletas (justo castigo a tanto placer vivido, pensé yo…). Así que aquél fue, definitivamente, un fin de semana inolvidable ;).
Actualización (30/12/2009). Perdonad por lo escatológico del asunto pero me he quedado impresionado al recibir en Twitter la siguiente pregunta: "todo el que conozco que ha ido, incluida yo, hemos tenido diarrea días después. ¿A ti te ha pasado?".
La verdad es que ni se me había pasado por la cabeza pensarlo pero me he conectado con el resto de los que cenamos y, de los 5 que éramos, 3 hemos tenido el estómago patas arriba durante uno o dos días. Yo estuve devolviendo la noche del lunes al martes y tardé varios días más en recuperarme. No es que la comida de El Bulli no sea buena, pero parece que está hecha con tanto artilugio técnico (ej. nitrógeno), que al final acaba por pasarle factura a los estómagos humanos, acostumbrados a los bocatas de calamares pero no a las deconstrucciones y demás psicodelias del genial Adriá.
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Nunca se me había pasado por la cabeza ir a El Bulli, pero me acabas de contagiar unas enormes ganas de intentarlo. Primero por el morbo de lo difícil que es y, segundo, por la experiencia. Eso sí, como haga frío tendrán que hacer una hoguera con los muebles, porque es superior a mí. Me ha encantado y sí, me caes peor que antes. Esto da mucha envidia
Carmen, creo que en enero vuelven a abrir las reservas de 2010 (desde junio), pero ya te digo que es casi imposible. En tu caso, siendo periodista, se me ocurre que vayas a título personal pero que aproveches para proponer un tema a tus jefes y así Ferrán y su gente tienen más interés en que vayas. Si le dices a Lluis García que vas a hacer un repor/entrevista a Ferrán, igual sí te buscan un sitio. En cuanto al frío, más madera, es la guerra… Suerte!
Enohrabuena. Esto es saber hacer: Conseguir mesa en El Bulli. Me ha gustado mucho la crónica. Una recomendación de una pequeña joya desconocida: Si algún día te pierdes por el Pirineo de Lleida no dejes de visitar El Fogony en Sort de 1 estrella Michelin. Salvando las amplísimas distancias, te sentirás igual de mimado por el Jefe de sala y propietario y tu paladar disfrutará con su producto autóctono. Disclaimer: No tengo ninguna relación patrimonial ni profesional, simplemente como cliente, con el restaurante El Fogony
Saber hacer, no. Lo que tuve es suerte (no fui yo quien consiguió mesa). Gracias también por la recomendación leridana, me la quedo en la memoria para intentar ir algún día. Saludos!
Fantástica tu crónica, de veras… Gracias por los detalles y las fotos. Es un reportaje digno de ser leído, para conocer más de un mito como es el Bulli… (y sí, me alegro de que pasaras mucho frío, atenúa mi envidia, pero eso pasa cuando vas en una ola siberiana y el sitio está pensado para primavera-verano-otoño)
Enhorabuena por la experiencia (que, en parte, la he disfrutado yo también, para qué engañarte!!)
Saludos
Gracias, Carlos! Las fotos no son buenas pero al menos sirven para hacerse idea de cómo era el menú. Saludos!
Siempre pensé que ‘ya sería menos’… pero veo que no, que es un experiencia para el recuerdo. Gracias por tantos matices y , sobre todo, por compartir las estupendas fotos.
Gracias a ti, Marián. Es maravilloso, así que si puedo volver algún día, ni me lo pienso 😉
A la siguiente me llevas mamón… ahí va mi piedra ;-)!! Bueno, no pasa nada, al menos has recomendado un restaurante de mi tierra (Las Rejas, inolvidable) abrazos y felices fiestas!
Las Rejas? A ese sí que tenemos que ir juntos, compi, vaya lujazo de sitio para el precio que tiene. Por cierto, olvidé mencionar otro lujazo descubierto hace poco: el restaurante de la bodega Cepa 21, que no tiene estrella Michelín pero está a punto de conseguir la primera (al tiempo). Es aún más barato que Las Rejas en relación calidad/precio. No te lo pierdas: http://comunicacionsellamaeljuego.com/restaurante-y-bodega-cepa-21-minimalismo-e-increible-relacion-calidad-precio/
Un abrazo
Pablo, has reactivado mis ganas de darme ese homenaje en el Bulli que tanto tiempo llevo pensando. De este verano no pasa. Ya me contarás con más lujo de detalles en nuestra próxima experiencia gastronómica en Madrid.
De gastronomia va el juego 🙂
/Nacho
Hecho, Nacho, en la próxima os cuento más! Un abrazo
Envidia cochina la mía y más sabiendo que nunca podré pisarlo… Ahhhhh!!!!!! Bueno, si me hago famosa, a lo mejor. Qué pena lo del frío, porque yo recordaría la cena con horror (y peor lo de las maletas, claro)
Me ha encantado leerlo (y yo nunca leo nada tan largo!) Y encima he visto las fotos… Todas!
Pablo, lo que aquí dices -y de lo que a nadie había leído nunca- es muy heavy, porque tiene toda la pinta de no ser casual… incluso de ser algo muy lógico.
Eso no impide que siga mereciendo la pena la experiencia inolvidable… Pero que no es nada natural, todos lo tenemos claro… (y añado yo: ni sano… Pero, como el vino o el tabaco, son placeres que conviene probar, aunque sea, ¿no?)
Saludos y gracias por la matización: aunque no reduzca mis deseos por probarlo una vez en la vida, dice mucho de ese tipo de cocina…
PD: Casualmente, hoy sale una entrevista a Adriá en el Confidencial… (la enésima anual…)
http://www.elconfidencial.com/cuaderno-matoses/ferran-adria-20091230.html
Saludos y feliz 2010
Hola Pablo,
la pregunta fué Heavy y escatológica lo sé y perdona.
Pero casi obligada por mi malsana curiosidad.Son demasiadas coincidencias (creo que le ha pasado casi al 80 por ciento de los que conozco,no sé a que es debido pero es un hecho.
Siento que te pasara a ti también y que estés en la lista de los que me lo van confirmando.
Yo personalmente me puse malísima y los 6 que eramos también.
Así que no es casualidad algo hay.
No fué el dia ,porque le he ido preguntando a diferentes personas que por supuesto fueron otros.
¿A que es debido?
Ni idea,ya he oido muchas versiones… que se yo…
En cualquier caso es una experiencia,pero creo que no esta de más avisar a la gente.
Deberían de investigarlo,pienso.
Personalmente prefiero Arzac.
Gracias por tu post, y por tu respuesta.
Felicisimo día y FELICISSSSSIIIIIIIIIIIIMOOOOOOO año.,decada etc…
Hola, buenas tardes:
Antes de empezar a preparar la mesa para pasar la ultima noche del 2009 con la familia, he echado un vistazo en cuanto a temas del Bulli, pues soy un apasionado de El Bulli y de Ferrán Adrià (no está mas decir que soy profesional de la restauración).
Y bueno, voy al grano, y es que en primer lugar te queria felicitar por la gran narración que has hecho sobre tu experiencia.
Pero hay una cosilla que me ha intrigado un poco, y es que decias que a todos los clientes cuando se iban les regalaban un libro, ¿podrías decir que libro es y como es la portada por favor?
La verdad no estaría de mas por parte de elBulli que os hicieran un pequeño detalle por el inconveniente que tuvisteis por el frio, pero cierto es que me ha llamado mucho la atencion de que regalasen un libro a todos los clientes, porque si son 50 al dia, por toda la temporada, son unos cuantos libros por temporada… Y la verdad sea dicha, que cuidan todos los detalles, hasta el mas mínimo, y yo pienso que eso del frio, como hace mas de 20 años que dan temporada en invierno, es normal y lógico que les sucederia.
Os mando un saludo y feliz año 2010. Y respóndeme del libro que os dieron.
Hola, Juli! Bienvenido al blog! El libro que nos regalaron es “Un día en El Bulli”, grande y con una gran edición llena de buenas fotografías, que hace un recorrido interesantísimo por el proceso de trabajo del local. No sé si se lo regalan a todo el mundo pero sí se lo regalaron a las 6/8 personas que vi salir antes que nosotros (lógicamente, cada uno se fue a una hora, y al resto no lo vi salir).
Un saludo, y feliz 2010!
Has descrito las sensaciones tan vívidas, que dudo que vaya alguna vez al Bullí. Sinceramente, he pasado mucho frío mientras leía tu post y por eso, no creo que ni el hielo ni el nitrógeno me afecte si lo evito.
Un saludo y feliz año
hola yo he estado muchas veces y procuro ir cada año.la experiencia es unica y vale la pena.
este año han subido los precios porque cada vez trabajan mas alli este año eran mas de 42 platitos….
gracias por el comentario
feliz año a todos.
recomendaciones
probad a los que os guste el etxebarri, mejor asadero del mundo posiblmente, y los besugos y rodaballo en el kaia y elkano en guetaria.
ambos comidas tradicionales pero el BULLI es el BULLI , es UNICO
Yo a cambio te contaré que pasé la noche de fin de año e un chino de Toleto ,era de menos glamur” pero tambien tenia su puntito ¿o no? con su pato laqueado y todo,yluego el brindis de fin de año fué la guinda,hablo de la guinda,no de las uvas,porque uvas no habia,brindamos con Fray Junipero,bebida exquisita donde las haya y gajos de mandarina con las campanadas. !Que año tan bueno se me presenta! Felicidades a todos
Hola! Yo solo quería comentar, que después de leer esta opinión me muero de ganas por ir al Bulli, Yo tengo reserva para este año y tengo que decir que llevaba intentandolo mas de 2 años atrás, y por fin ha sonado la flauta, soy del grupo de :
“…gente que lleva tiempo ahorrando para disfrutar de esa inolvidable excursión gastronómica…”
y ademas del grupo de gente :
“…si tienes suerte y por hache o por bé, ellos te eligen, tendrás mesa…”
Así que mas euforica no se puede estar. Espero no pasar frio 🙂 y sobre todo disfrutar como nunca. Este tipo de gastronomía es mi pasión gracias a mi pareja, el me ha enseñado dos cosas: apreciar este tipo de cocina y enseñarme restaurantes que quedarán en mi memoria por sus exquisitas elaboraciones y en mi camara de fotos para no perder detalle.
Un saludo
Qué bien, Fabiola, pues disfrútalo mucho. Somos unos privilegiados…
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