El pasado siempre nos persigue. Y si eres político, más. Hubo un tiempo en que a un político le podían pasar factura sus desconexiones pasadas. "¿Fumó usted o no marihuana?", le preguntaban a George Bush. Hoy, si eres político, lo que te pasa factura no son tus desconexiones sino tus conexiones pasadas. O sea, todo lo que hayas dicho en la red antes. Paradójicamente, es más peligrosa una cuenta de Twitter que una cuenta en Suiza.
Y este no es un peligro para los políticos de siempre, porque o no tienen cuenta de Twitter, o la maneja su equipo poniendo cosas sin alma y sin más fin que el de potenciar su propia imagen, o la maneja el propio político pero siendo muy consciente de que lo que diga será ley.
La cosa se pone más graciosa cuando el político es alguien que, como Guillermo Zapata o Pablo Soto, no se planteó de pequeño eso de "mamá, voy a ser político". Y más aún si, como Pablo Soto -no conozco a Zapata- llevas muchos años peleando por el bien común e indignándote en la red y en la calle por la corrupción y los corruptos.
El caso de Zapata ya está visto. Hay cientos de análisis mejores que el mío. Y no conozco de nada al protagonista. Pero sí me he cruzado alguna vez con Pablo Soto, a quien he saludado en persona en un evento -y no es casual en él- dedicado a la protección de los derechos civiles en internet (las Redadas que organiza Antonio Delgado, en donde ambos hemos sido ponentes).
Más allá de un buenas tardes, conozco a Pablo Soto porque es un símbolo en internet. Todos los que hemos luchado contra la corrupción a través de la red admiramos desde hace años a Soto. Sufrió en sus carnes un proceso judicial durísimo del que salió inocente. Sé también de él que fue uno de los tres creadores de un gran documental sobre el 15M y que se ha implicado mucho en peleas a favor de los derechos de los demás y del software libre. No me cabe duda de que Pablo Soto es un tipo con principios.
Aun así, hoy su nombre está en la lista de los que, como Zapata, son señalados como personas incapacitadas para ejercer un cargo público. ¿Por qué? Por tuits tan poco edificantes como estos:
Ya he dicho que no me cabe duda de que Pablo es un tío de principios. Pero esos tuits, vistos con ojos de hoy, son intolerables en alguien que se dedica a la vida pública. La cosa es que él los publicó cuando era solo un activista y -supongo- sin pensar que algún día tendría la responsabilidad de ser concejal de un ayuntamiento.
Si conoces a Soto, sabes que no se plantearía jamás torturar ni matar, pues su trayectoria es exactamente la contraria: defender la ética. Pero lo dicho en Twitter es palabra pública, por más que se haga desde la ironía. Lo escrito, escrito queda. Un tuit es un hijito que habla por ti y tiene la información justa para que quien quiera lo juzgue como pieza suelta, sin importar el contexto ni qué más hayas hecho en tu vida.
Zapata debe de estar a punto de pagar con su dimisión o su cese por sus tuits de humor negro de hace cuatro años. Así que en breve se abrirá la veda contra Pablo Soto, a ver si cae 'el otro muñeco'. Me daría pena que Madrid pierda a un desarrollador tan brillante como Pablo Soto, pues podría hacer mucho por el progreso de la ciudad en temas de software libre y de datos que mejorarían la gestión y la transparencia de la capital. Pero entiendo que se pida su cabeza. Esperaremos acontecimientos…
Mi reflexión va por otro lado, por si puede sernos útil a los demás: "Antes de publicar un tuit, imagínatelo a cuatro columnas como portada de un periódico". La frase no es mía sino de mi amigo Pascual Drake. Si después de esa reflexión y de imaginarte como protagonista de esa portada, sigues de acuerdo con el contenido del tuit, dale a 'Enviar'.
Quienes damos la cara en internet a favor de la democracia y contra la corrupción tenemos tuits para llenar portadas si fuéramos presidentes del gobierno. Creo que nunca he publicado uno del que me pudiera arrepentir, pero nunca se sabe: los ciudadanos normales, impotentes ante el saqueo corrupto del que todos hemos sido víctimas, usamos a veces las redes sociales más como terapia que como altavoz. Ahí es donde tenemos que pensar en esa gran máxima de Drake. Y aun así, no estamos a salvo del juego sucio de esos corruptos o de sus aliados políticos o mediáticos. Si alguna vez haces daño a sus aspiraciones, te esperarán, y buscarán hasta debajo de tu cama para desacreditarte.
Nunca sabes qué va a ser de tu vida pero, aunque jamás te dediques a la política, aplícate a fuego eso de que no puedes lanzar un tuit o un post en Facebook con algo que no le dirías a la cara al aludido o con algo que no sostendrías, micrófono en mano, en un auditorio lleno de gente. Nadie estamos a salvo del mal periodismo, de las malas artes de los rivales políticos ni de la torpeza propia. Y si no es la política, podría ser un posible empleo lo que perdieras si dijiste algo en la Red que no debas sostener en público.
¿Crees que esto no va contigo y que nunca nadie usará de forma torticera un solo tuit tuyo para desprestigiar toda tu persona? Recuerda que cualquiera podíamos haber sido aquel maquinista de tren que nunca soñó con ser famoso y, menos aún, con que un comentario suyo sin importancia, de años atrás y sobre un tema banal de su día a día (su trabajo era conducir a 190 km por hora) se convirtiera en noticia de portada:
Así que recuerda: "Antes de publicar un tuit, imagínatelo a cuatro columnas como portada de un periódico". Os dejo, que tengo que ir un momento a pasar la semana revisando los más de 21.000 tuits que publiqué desde 2009 :-).
¿No te has suscrito, alma de cántaro…? Recibe los próximos posts por email, en Facebook o sígueme en Twitter.
El tema es grave. ¿dónde están los límites de la famosa libertad de expresión? ¿debes autocensurar tus publicaciones? Muy complejo todo.
Pingback: Noticias de la agencia de comunicación | Silvia Albert in company
Brillante artículo.
Sin querer defender al tal Zapata, hablando en las redes, pregunté a varios de los que pedían su cabeza clavada en una pica, qué ocurriría si analizáramos el pasado en las redes de cada uno de ellos. Creían acaso que no encontraríamos ningún twitt que resultara, como poco, cuestionable.
Han tenido que remontarse a 4 años atrás para poder desacreditar al tal Zapata, ya sabemos que en 4 años pueden pasar muchas cosas. Lo curioso es que uno de los que lanzaba más piedras a este señor era un tal Percival Manglano que, siendo cargo público, nos brindaba, semana sí, semana también, una obscenidad tras otra.
No es dónde lo digas. Es lo que dices. Y lo que dicen estos señores rezuma odio y violencia en cada uno de sus 140 caracteres. Las ideas, el humor, los comentarios… da igual que se digan en la barra de un bar, o en Twitter. La única diferencia es la cantidad de gente a la que llega.
Estoy harto/cansado/cabreado de la doble vara de medir que tenemos en España dependiendo de quién diga las cosas. Alguien de izquierdas puede decir cualquier barbaridad, que luego saldrá todo el mundo a decir que es una forma de hablar y que obviamente no van a instalar guillotinas en la puerta de Sol. Y está claro que no lo harán… ahora. Porque así se empieza y dos generaciones después tienes el odio instalado en la sociedad y te permiten hacer lo que hizo Hitler o lo que ocurrió en los Balcanes, mientras Europa miraba hacia otro lado.
La violencia siempre empieza verbalmente. Desnaturalizar, cosificar o degradar a la persona a la que se hace referencia es el primer paso hacia el TOTALITARISMO. Y en España en eso andamos. Estoy HARTO que la gente de derechas sea considerada ciudadanos de segunda, que no merecen vivir en democracia y que se linche públicamente a la gente del PP (vaya por delante que no soy votante del PP) o de VOX, y hasta de C’s!! (que son más centro izqda. que otra cosa). Con esa superioridad moral que se arroga la extrema izquierda y por la cual todos los demás somos una subespecie de anormales, fachas y retrasados, que no sabemos apreciar la verdad suprema que ellos defienden.
Si esos comentarios los hace alguien del PP, no estarían pidiendo su dimisión los mismos que justifican lo injustificable de este tal Soto y el otro Zapata; sino que estarían haciendo un escrache en su casa, amenazando a sus hijos y poco menos que llevando los tuits al tribunal de La Haya.
Los tuits, siendo una falta de respeto absoluta, no me parece que tengan mayor trascendencia, salvo exigir una disculpa a quienes se hayan sentido ofendidos con ellos; y retratar al que los escribe (odio, odio y más odio. nada nuevo en Podemos). Pero lo realmente grave de nuestra sociedad es que vivimos en un apartheid ideológico donde la gente de derechas tiene que esconderse y medir sus palabras en todos sus ámbitos; y vivir bajo la inquisitorial mirada de estos “odiadores” profesionales que pueden ladrar y pedir guillotinas y asesinatos sin ruborizarse mientras vigilan con lupa y caen con todo su odio sobre aquellos que piensan diferente.
y todo lo dicho anteriormente pero mejor escrito y expresado… http://www.elmundo.es/madrid/2015/06/15/557eece1e2704e772a8b4588.html
Pingback: Sé lo que twitteásteis el último verano… » Enrique Dans
El problema a mi jucio Pablo, no es si humor negro sí o no, contextualizado o sin contextualizar. El problema es cuando ese humor juega con los elementos icónicos de la llamada violencia revolucionaria, Si yo hablo de guillotinas o tú puede ser un chiste, si se hace desde posiciones cercanas a la izquierda llamada revolucionaria es como si CEDADE hace chistes con las cámaras de gas o la fundación Franco con el garrote vil. Sabemos cuantas veces se ha justificado la violencia como catalizador de la historia y se la ha considerado la partera de tiempos mejores. Un análisis detallado de lo que significa la violencia revolucionaria y sus justificaciones históricas podéis leerlo en el maravilloso ensayo de François Furet “ El pasado de una ilusión”. Y por supuesto, no me gustaría que me juzgaran por algunos de mis tuits, que a Dios gracias no lee casi nadie, pero tampoco aspiro a ser concejal de tráfico saltándome todos los semáforos. Un abrazo.
Pingback: Humores coagulados | PUTOS BOLARDOS