Este libro es un antídoto contra CUÑAOS
Era mi primer día en Miami. Aquel sesentón fornido había sido tan amable al recomendarme zonas para correr por el barrio, que ni lo dudé. Y cuando me di cuenta, me había salido un CUÑAO en el desayuno. Al bueno de José Luis Cuerda le salía un hombre en el bancal y a mí, mira tú, me había salido un auténtico CUÑAO entre los cereales. Qué poco tardé en acordarme del libro de Enrique…